El despertar de los sentidos by Nalini Singh

El despertar de los sentidos by Nalini Singh

autor:Nalini Singh
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2006-09-13T22:00:00+00:00


Capítulo Ocho

Cuando Charlotte desabrocho otro botón de la camisa de Alexandre tuvo que reprimir un gemido de excitación.

Su cuerpo era más hermoso de lo que nunca había imaginado, e incapaz de resistir la tentación apretó sus labios contra el trozo de piel que había destapado.

Alexandre emitió un gruñido, y la joven notó los fuertes latidos de su corazón a través de las yemas de sus dedos, que permanecían aún sobre su pecho.

Encantada con esa recién descubierta habilidad para darle placer, Charlotte desabrochó otros dos botones, y de pronto se encontró con la cinturilla del pantalón. Tragó saliva, tiró para sacar la camisa, y desabrochó el último botón. Comenzó a tocarlo, y el tacto de la piel desnuda de Alexandre bajo sus manos hizo que se le cortara el aliento.

—Charlotte...

La joven se mordió el labio y alzó el rostro para mirar el de él. Alexandre había cerrado los ojos y tenía la mandíbula apretada en un claro intento por controlar el deseo de tomar las riendas. No necesitaba saber nada más, se dijo Charlotte; aquélla era la prueba definitiva de que la decisión que acababa de tomar era la correcta.

—Alexandre —lo llamó.

El abrió los ojos y bajó la vista.

—Dime, ma petite.

—Hazme el amor.

Aquellas palabras hicieron que el corazón empezara a latirle salvajemente a Alexandre.

—Charlotte, no creo que ahora mismo estés emocionalmente en condiciones de... Puede que ahora te sientas muy convencida de que es eso lo que quieres, pero también puede que mañana por la mañana te arrepientas.

Y eso sería algo que él no podría soportar.

La sonrisa que Charlotte le dirigió al ponerse de pie fue tan dulce y luminosa que casi lo cegó con su belleza.

—Dudo que pueda arrepentirme de hacer el amor contigo.

— ¿De verdad estás segura? —se obligó a preguntarle él, luchando contra esa parte salvaje de sí mismo que quería lanzarse sobre ella.

—Sí.

Alexandre se estremeció de arriba abajo, y tomándola por los hombros se los apretó suavemente.

—Aun así no creo que debamos. Yo... no he traído ningún preservativo —le dijo.

No era que le preocupara dejarla embarazada, porque por primera vez en su vida, tratándose de una mujer tan increíble corno ella, le pareció que tener un bebé juntos sería un regalo del cielo y no un problema. Lo que le preocupaba precisamente era que no le preocupara. ¿Hasta qué punto se había adueñado Charlotte Ashton de su corazón?

La joven depositó un beso en su pecho, justo sobre su corazón.

— ¿Recuerdas ese día que te dije que había ido a la ciudad y tú te enfadaste porque ya había oscurecido cuando regresé?

Por supuesto que lo recordaba; era el día que había encontrado su diario, y debería confesarle lo que había hecho, pero temía destruir de un plumazo la fe que Charlotte había depositado en él.

—Sí.

—Bien, pues... el caso es que... compré una caja —le dijo ella sonrojándose y agachando la cabeza—. No sabes la vergüenza que pasé... Nunca había comprado preservativos. Tenía la impresión de que todo el mundo estaba mirándome.

Alexandre reprimió una sonrisa.

— ¿Y por qué los compraste? En fin, quiero decir.



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